Charlie Parker — 6. Los atormentados — J. Connolly

Daniel Clay, en otro tiempo un respetado psiquiatra infantil, desapareció al salir a la luz los abusos sufridos por varios niños que él atendía. Ahora, cinco años después, y cuando ya se le ha declarado muerto, su hija, Rebecca Clay, es acosada por un desconocido que pregunta por su padre. Ese desconocido, llamado Merrick, está obsesionado con descubrir la verdad sobre la desaparición de su propia hija, y Rebecca contrata al detective Charlie Parker para deshacerse de Merrick a toda costa. Parker no tarda en verse atrapado entre aquellos que quieren conocer la verdad sobre Daniel Clay y aquellos que quieren permanecer ocultos a toda costa, pues quizá no estaban del todo al margen de los abusos. Pero intervienen otras fuerzas. Alguien, un fantasma del pasado de Parker, financia la cacería de Merrick. Y las acciones de Merrick han inducido a otros a salir de las sombras; figuras semivislumbradas decididas a vengarse a su manera, pálidos espectros que vagan sin reposo. Han llegado los seres atormentados...

Me costó decidirme a seguir esta saga preciosa porque el quinto volumen me dejó... insatisfecha. El listón estaba tan, tan alto que uno siempre espera que la calidad y la fluidez siga por ese camino excelente durante toda la saga. Sin embargo, eso solamente ocurriría en mi utopía. Sé que los escritores tienen que pasar necesariamente por pequeños baches... Pero únicamente los grandes saben reponerse de esos traspiés.

¿Cómo empezar la reseña perfecta de este libro tan duro a tantos niveles? Ya sabes que el libro va a ser lo que acaba siendo cuando en el prólogo comienza diciendo:

Este mundo está lleno de cosas rotas: corazones rotos y promesas rotas, personas rotas [...]. Yo estoy roto, y en represalia he roto a otros.

A título personal, siempre se me hace difícil leer sobre abusos, y más difícil aún si se trata de abusos a menores. No les desvelo nada nuevo si les cuento que habrá personas ya adultas dando testimonio de lo que sufrieron siendo pequeños a manos de unas personas u otras. Esas descripciones son muy descorazonadoras y realmente dan ganas de saltar al libro y abrazar a esas personas y librarlas de todo mal. John Connolly es el autor perfecto para hacernos sentir lo que verdaderamente sienten sus personajes, tanto principales como secundarios. La empatía es inevitable por la profundidad emocional que John le proporciona a todas sus creaciones. Desde la impotencia por lo que los mismos personajes saben que van a sufrir, hasta la desesperación por proteger a los que quieren, pasando por los ataques de ira, las depresiones, las acciones autodestructivas... Por este lado, el caso en el que Bird, nuestro detective, se adentrará es uno de los más duros de los que llevo leídos de la saga. Y ya han pasado cosas horribles a todo tipo de personas...

... ciertos sufrimientos son tan grandes y tan horrendos que una recuperación completa no está al alcance de un ser humano..

Como sabemos, Charlie "Bird" Parker no queda satisfecho con terminar el caso a medias. No para de investigar porque le deje de pagar la persona que lo contrata. Eso no ocurrió ni ocurrirá, me temo. Si acepta un caso, llega hasta el final cueste lo que cueste, le pese a quien le pese. Ha dejado de lado temas personales para centrarse en un bien mayor al sacar de circulación a personas horrendas que no merecían respirar el mismo aire que los demás. Ha perdido amigos, familia, novias. Ha perdido simpatías de antiguos compañeros, aunque todavía algunos le brindan una mano siempre que lo necesita.

Y sí, como he dicho, ha perdido muchas cosas a nivel personal, pero... les diré que ha ganado otras muchas. Ha ganado la amistad (y el respeto) de varios personajes de dudosa moral, diplomáticamente hablando, pero que son los únicos en la sociedad que se atreven a hacer lo que hay que hacer por la vía rápida. Estoy hablando de Ángel y Louis y unos personajes más que fueron apareciendo durante el libro. Al inicio del libro sexto, he echado mucho de menos los comentarios que cruzan estos tres amigos en todas sus conversaciones, pero luego vuelven a juntarse porque las cosas empiezan a ponerse difíciles.

Así que ahí van, nuestros tres mosqueteros, desenfundando cuando tienen que desenfundar, sonriendo cuando tienen que sonreír, ayudando cuando tienen que ayudar, sintiendo cuando tienen que sentir... haciendo chistes cuando tienen que hacer chistes. Sí, porque este libro (como los anteriores) no se centra solamente en los casos y en los destrozos que dejan esos crímenes. No, señor. Estos libros muestran que siempre hay espacio y tiempo para salidas románticas, para charlas con amigos sobre temas que no tienen que ver sobre la investigación, para tiempo a solas, para pensar sobre las cosas que fueron y ya no son pero con un regusto a esperanza. Hay tiempo para comentarios alegres y para echar unas risas con estos "aparatos" que aparecen a lo largo de la historia.

En cuanto a los antagonistas... no puedo decir mucho sin revelar quiénes son los culpables, en verdad. Sólo digo que algunos tuvieron el final que merecieron. Y también me gustaría resaltar que no todo es blanco o negro en todas las personas. Hay malos y violentos, personas desequilibradas que vagan en un gris comprensible. Para leer a Charlie hay que tener una mente abierta para poder empatizar hasta con los personajes que nos presentan como los "malos".