La quinta ola — 3. La última estrella — R. Yancey
La última fase de la invasión está a punto de completarse, lloverán bombas sobre las ciudades. El fin de la especie humana está asegurado y Cassie y sus compañeros saben que ha llegado el momento de escoger entre el amor o el miedo, la confianza o la sospecha, el odio o el sacrificio, la fe o la barbarie. Entre salvarnos a nosotros mismos o salvar aquello que nos hace humanos. Y es que todo terminará donde empezó: la última batalla tendrá lugar en el último corazón humano y acabará con su último latido.
Todas las ganas de terminar con esta trilogía, aunque con una división interna por no querer terminarla, como ocurre con toda buena época a la que le llega el momento de dar carpetazo.
Para tener la historia bien fresca en la mente, me releí los dos anteriores y los disfruté como la primera vez... ¡Qué geniales son los dos primeros libros!
¡NERVIOSA!
Así me sentía al abrir el libro La última estrella, y es que había tantísimas cosas por explicar, por terminar de entrelazar, por conseguir... Así que me zambullí con ansias en la historia de todos los personajes tan adorables que nos presenta Rick Yancey.
Empezamos el relato de las vidas de los sobrevivientes unos meses después de no haber ido a la Cochinchina (jajajajaja). Se están recuperando de las heridas físicas y psicológicas. Luego todo se vuelve a enredar en un gran entramaje, como nos tiene acostumbrados esta trilogía.
Sin embargo, pasado el fangirleo típico que provoca esta clase de grandes historias, la cosa se torna un tanto repetitiva en cuanto a trama.
Suceden las cosas con poco análisis psicológico, pocas reflexiones internas, pocos pensamientos paranoicos (típicos de algunos de los protas), mucha acción gratuita que aporta más bien poco a la consecución de acontecimientos. Así que en el primer 30 % del libro, la verdad es que se me estaba cayendo un ídolo de la estantería.
Hacha se convirtió en un personaje de cartón que solamente servía de "comodín" para que las cosas funcionaran bien y todos llegasen a donde tenían que llegar para intentar acabar con los Otros.
Eché mucho de menos las reflexiones filosóficas sobre la humanidad, sobre el amor, sobre la interacción entre personas, sobre la toma de decisiones, sobre lo justo y lo injusto... Todo eso que me hizo enamorarme de los primeros dos libros de esta preciosa trilogía.
Me daba la sensación de que el autor quería darle carpetazo a su historia y que escribía las acciones de los capítulos como si los personajes no fueran personajes, sino marionetas que cumplían un función para con la historia y ya está. No tenían dudas, no tenían vida interna, no tenían recuerdos, no eran más que carcasas que se movían por ahí para terminar con la trilogía.
Y así llegamos a los últimos quince o veinte capítulos, donde cada dos o tres va intercalando los puntos de vista de los personajes. Es una vorágine. Una catarsis donde todo lo que flojeó en las anteriores páginas, aparece con fuerza.
Culpo a mi lado hipersensible del nudo que se me atrincheró en la garganta.
Al haber releído las dos anteriores entregas justo antes de empezar con esta última, he podido prever ese final. ¿Saber lo que viene te impermeabiliza frente al dolor o la pena? No. Para nada. En absoluto.
Ha sido muuuuy bonita esa parte del relato. Leí lo que tanto ansiaba leer. Algo profundo, digno de la saga.
Quedan incontables cabos sueltos. |
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